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6 retos de la arquitectura en 2021

2020 dio paso a la reflexión sobre cómo queremos que sean nuestras ciudades y cómo deberían ser nuestros edificios.

Conocemos, gracias a la plataforma online Houzz, los diferentes retos que enfrentará la arquitectura en 2021:

 

Un nuevo modelo de ciudad respetuoso con las personas y el medioambiente

En los próximos años asistiremos a la “domesticación” de la ciudad, convirtiéndola en un lugar más confortable, amigable y saludable para sus habitantes, así como más sostenible, con planificaciones urbanas inteligentes. Un claro ejemplo es el proyecto parisino la ciudad de todo a ‘15 minutos’.

Viviendas unidamiliares cono exterior en porcelánico imitación madera y piedra natural
 
Arquitectura colaborativa: Convivir, conectar, compartir

 

La economía colaborativa se ha impuesto con fuerza en nuestra sociedad.

Las ciudades del futuro deberán responder al desafío de las 3C: Convivir, Conectar, Compartir. Así, están surgiendo modelos alternativos de propiedad que conllevan compartir nuevos espacios y servicios, como el coliving o el coworking. El motivo, en muchos casos, es consecuencia de los altos precios de la propiedad y la escasez de metros cuadrados. En otros, estas iniciativas buscan combatir la soledad de la vida urbana sintiéndose parte de una comunidad.

Los espacios comunes en las edificaciones también cobrarán gran importancia en esta nueva arquitectura colaborativa.

Edificio de viviendas con fachada ventilada a base de piezas cerámicas

 
Arquitectura sostenible y autosuficiente

La sostenibilidad en la construcción en este 2021 ya no será una opción, sino una obligación. Desde el 1 de enero de 2021 está en vigor la Directiva Europea 2010/31/UE (vigente desde 2018 para edificios públicos), que obliga a que las nuevas viviendas y rehabilitaciones sean Edificios de Consumo Casi Nulo (EECN). Se trata de minimizar así el consumo de recursos, energía y CO2, manteniendo los niveles de confort necesarios.

 

Arquitectura saludable y conexión con el exterior

Hoy en día ya no solo se busca una arquitectura respetuosa con el medioambiente, sino también con las personas.

La pandemia de la Covid-19 ha hecho más evidente este reto que ya afectaba a la arquitectura. Nos hemos dado cuenta de que los espacios en los que vivimos, trabajamos y nos relajamos tienen un gran impacto en nuestra salud, en nuestro bienestar físico y emocional e, incluso, en nuestra productividad.

Por ello, se han reabierto viejos debates como las características y dimensiones mínimas de las viviendas o los requisitos mínimos de habitabilidad.

Las personas que quieren construir o reformar ahora demandan soluciones derivadas de los momentos de confinamiento y aprecian mucho más la calidad de los espacios, la posibilidad de ventilación e iluminación natural, y sobre todo, una relación más fluida con el exterior en cada uno de los proyectos.

Esta concienciación hará que cada vez cobren más importancia certificaciones y estándares como WELL, desarrollada por el IWBI (International Well Building Institute), que promueven la salud y el bienestar en los edificios atendiendo a conceptos como la calidad del aire, del agua, de los materiales de construcción, la iluminación, el confort sonoro y térmico, o el bienestar mental.

Zona de estar luminosa con pavimento en porcelánico imitación mármol
 
Hacia una arquitectura industrializada, pero mucho más personalizada

 

La construcción industrializada y las edificaciones prefabricadas se están posicionando como una alternativa a la construcción tradicional con cada vez más peso.

El éxodo rural, motivado por la pandemia y los meses de confinamiento, ha hecho crecer el interés por este tipo de construcciones en el ámbito de las viviendas, al tratarse de una respuesta práctica en los casos en que se dispone de un terreno, gracias a su rápido montaje y su mínimo impacto en el terreno.

Porcelánico pulido efecto piedra

 
Viviendas flexibles para las nuevas necesidades surgidas tras la pandemia

El gran reto de nuestros hogares a nivel espacial en el futuro más próximo será transformarse en espacios flexibles, capaces de amoldarse a posibles cambios en nuestras vidas y a nuevas rutinas, como el teletrabajo. Los meses de confinamiento nos han demostrado la importancia de esa flexibilidad y adaptabilidad para la arquitectura doméstica.

En definitiva, cada vez buscaremos hogares que tengan una mayor capacidad de adaptarse al objetivo concreto de cada momento (ocio, trabajo, reunión…) y de cada situación personal o familiar.  Por eso, el futuro usuario demandará cada vez más espacios polivalentes, estancias que permitan la alternancia de tareas, o incluso viviendas que permitan aislar a uno de sus habitantes en caso de enfermedad.

 

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