También aportan una pizca de sofisticación, o incluso lujo, aplicados en estilos más clásicos ya que, los ricos matices que se consiguen con los tonos dorados, plateados o cobre que estas piezas nos regalan, dotan de mucha naturalidad, elegancia y energía al conjunto en que se integran, creando suaves brillos típicos con el ya mencionado metal oxidado, y texturas únicas con sus sutiles superficies en relieve.

El atractivo de las superficies metálicas es indiscutible, aportando mucha vitalidad al estilo final de una estancia con sus acentos iridiscentes, lo cual los hace más preferidos en espacios comerciales o de restauración. Diseñados para zonas en las que se registra mucho tráfico dada su gran resistencia, son la elección idónea también para iluminar áreas oscuras.